La amalgama que supone esa asociación entre memoria y fotografía no es, of course, algo que inventara Blade Runner. La capacidad evocadora que tiene la fotografía para hacernos recordar es algo intrínseco a su existencia desde sus inicios. Fragmentos de realidad atrapados en un formato limitado cuya efectividad para trasladarnos al momento vivido sigue siendo apabullante, incluso más que un vídeo doméstico, que en teoría debería de ser un atajo más efectivo a nuestra memoria por su condición de continuidad y movimiento...
Para muchos de los que hemos tocado aun la fotografía analógica, procesar todo lo que ha supuesto el convulso camino hasta esta era digital, extenuante en muchos aspectos, nos ha dejado un sabor de boca un tanto agridulce. Dulce, sin duda, por todas las posibilidades creativas que la tecnología ha traído consigo, y amargo, también, porque tal y como, hace ya 5 años, definió el fotógrafo Siqui Sánchez en aquel legendario cabreo, Apoteosis de la Mierdografía, cuando una actividad artesanal (porque eso éramos los fotógrafos: artesanos de la imagen) pasa a convertirse en un producto fast food...
Siempre he considerado Blade Runner como la película que me convirtió en un cinéfilo empedernido, pero podría haber sido perfectamente 2001: Una Odisea del Espacio, pero por un simple cambio de orden en los factores fue Blade Runner la primera de estas dos que vi, allá por el año 1986, al poco de que el vídeo VHS entrara en mi casa por la puerta grande, y toda mi familia, con mi madre a la cabeza, nos convirtiéramos en drogadictos de videoclub...
Lo de llevar siempre una cámara conmigo es una costumbre desde que empecé con esto de la fotografía. Cargar siempre con una réflex no era práctico y, por tanto, durante mis años analógicos, mi pequeña compañera fue el primer modelo de la Olympus μ [MJU:], más conocida como Olympus Micra, una compacta que solía llevar cargada con película diapositiva de 35 mm. En aquella época (principios y mediados de los 90) la diferencia en cuanto a funcionalidad y calidad de imagen entre una cámara compacta de este tipo y una cámara réflex de 35 mm era bastante evidente...
El narcisismo está de moda, pero sería simplificar demasiado. El narcisismo es en estos momentos un modo de vida, una concepción de la realidad que se basa en la percepción que uno tiene y sobretodo fabrica, exaltando su propia autorealidad, y que ha ido mutando en los últimos años, desde la inocencia de aquello de «¿hay alguien que salga mal en su foto de perfil de Facebook?» hasta traspasar esa cuarta pared virtual y convertirse en algo mucho más peligroso como la llegada al poder del narcisismo efermizo que representa un personaje como Donald Trump...